domingo, 24 de marzo de 2013

OLIVER Y BENJI

Crecieron juntos en el vivero municipal y cuando solo eran un esqueje descubrieron su mutua capacidad de mantener una conversación. Hablaban sobretodo en las largas noches por miedo a ser descubiertos por los jardineros que solo los vigilaban de día. Sus conversaciones con el paso del tiempo evolucionaron hasta un pensamiento crítico sobre su estática situación, y una noche concreta, que ya no son capaces de fijar, la conversación dio un giro relevante al proponerse imaginar alguna acción que pudiera mejorar su vida tan rutinaria. Con una excitación desconocida fijaron un objetivo: salir de allí. No era fácil no conocían ningún otro árbol de aquel vivero que hubiera sido capaz de moverse un milímetro de su emplazamiento en el apretado pelotón que formaban. Sin embargo ellos tenían una ventaja, una gran ventaja, como estaban junto a la puerta disponían de vía libre para iniciar un desplazamiento sin el impedimento que significaría molestar a cualquier compañero.

Las primeras noches solo eran capaces de traspasar la puerta y dar unos tímidos y torpes pasos por la carretera de acceso al vivero. En cualquier caso, adaptarse al movimiento estaba condicionado por el perímetro circular de la jardinera que los contenía, lo que exigía un balanceo muy controlado si pretendías describir una línea recta que también descubrieron que constituía el mejor procedimiento para avanzar con rapidez, aunque otras veces se concentraban en dibujar orgánicas formas más o menos circulares que incluso les resultaban más fáciles de trazar.

Cuando cogieron  confianza las exploraciones nocturnas empezaron a alargarse convirtiéndose en itinerarios urbanos propios de una clásica deriva situacionista. Siempre los hacían de noche y en estado permanente de alerta por el profundo temor que tenían a todos los humanos, aunque solo tuvieran el conocimiento preciso de los jardineros que los controlaban, convencidos de que si alguien los viera en acción serían denunciados y perderían esa maravillosa libertad de movimientos que habían alcanzado.

En sus derivas fueron detectando otros arboles perdidos por la ciudad que ocupaban inexplicables situaciones aparentemente arbitrarias, sobre las que solo alcanzaban a reconocer una cierta intencionalidad de molestar. Intentaron comunicarse con estos arboles solitarios y desperdigados, pero nunca encontraron respuesta. Durante tiempo, sobretodo en los amaneceres después del retorno, se interrogaban buscando una explicación por el autismo generalizado de la especie, que solo ellos habían sido capaces de superar, pero como nunca encontraban una respuesta convincente terminaron abandonando esta inquietud. Sin embargo este hecho les llevó a pensar que ante cualquier amenaza que detectaran en los recorridos lo más conveniente sería pararse de súbito y simular ser alguno de aquellos tristes arboles dispuestos al tun tun. Empezaron a practicarlo y comprobaron que tenía una enorme eficacia. A nadie inquietaba ver un par de arboles dispuestos en un sitio cualesquiera.

Fue así que un día que iban ya con muy buen ritmo como si de patinadores nocturnos se tratará que detectaron algo en movimiento que despertó su típica inquietud y se pararon de inmediato como ya tenían ensayado. Hasta entonces nunca habían atendido lo que les rodeaba, pero aquella noche allí parados observaron que estaban junto a una cristalera. Detrás de ella un grupo de humanos numeroso observaban una pantalla verdosa en la que otros humanos más pequeños se disputaban la posesión de una pelota que solo manejaban con los pies. Aquella disputa despertaba puntuales excitaciones en los atentos humanos que de nuevo les resultaban inexplicables, en cualquier caso aquella experiencia visual que tomaron por una perfomance abrió nuevas conversaciones entre ellos despertando un nuevo deseo de entender aquello que ocurría en la pantalla y que tanto atención despertaba.

Sus paseos nocturnos dejaron de ser derivas, iban directamente junto a esa cristalera o a otra de las muchas que fueron descubriendo que había por la ciudad a observar el fenómeno. El progreso era diario y celebraron especialmente el día que entendieron la regla del fuera de juego, sin esa norma realmente la lógica del fútbol era incomprensible.

En los días siguientes se despertó en ellos una nueva inquietud ¿Por qué no probamos a jugar nosotros dos? - Muy buena idea, solo necesitaremos una pelota y quizá formar una pequeña portería. Buscando junto a los contenedores pronto descubrieron una pelota que aunque no estaba en muy buen estado les permitió dar sus primeros toques y pases. Recorrían entonces la ciudad de una forma nueva intentado trenzar sus movimientos con golpes fluidos al balón.

Una noche que pasaban junto a una Iglesia se percataron de que en la base de la torre que sobresalía del resto de la nave había una pintada muy sencilla de tres trazos, dos paralelos y verticales que iban del suelo hasta una altura de aproximadamente dos metros y otro horizontal que unía sus extremos superiores. Aquello era, sin duda una posible portería de fútbol. Efectivamente las primeras probaturas lo confirmaban, uno se ponía delante de aquella figura y el otro alejado razonablemente le disparaba chuts con la pelota, estaban así un rato y luego se cambiaban de posición. Aquello conforme pasaban las noches y aumentaba la pericia les dejaba exhaustos, haciéndose muy pesada la vuelta al filo de la madrugada al vivero.

Todo se complicó una noche que uno de ellos en un intento de remate de cabeza sufrió la dislocación de una rama que le produjo un dolor profundo y le dejó paralizado. Lo peor era que no recuperaba y se sentía completamente incapaz de volver al vivero como siempre. Un imprevisto que los desconcertó profundamente. Analizando la situación solo veían una solución: permanecer allí, manteniéndose el día que ya llegaba completamente estáticos, como tantos otros arboles habían ido reconociendo, asumiendo el riesgo de que los echaran de menos en el vivero. Así lo hicieron, descubriendo que el reposo les resultaba muy reparador. Una nueva vida se abría, por el día estarían tranquilos en aquel rincón de aquella plaza y la noche la podrían destinar a practicar su deporte favorito. Felices ante los progresos que sus vidas estaban experimentando les sorprendió profundamente que dos niños relativamente pequeños con una pelota bajo el brazo se quedaran atónitos ante ellos.


Hasta entonces nadie habia reparado en ellos cada vez que se paraban y se estaban quietecitos. ¿Quien habrá puesto estos arboles aquí? se preguntaban los chavales. Oliver y Benji, así habían decidido llamarse los árboles, tenían una respuesta clara pero su ley del silencio les impedía compartirla. Los niños desconcertados, despues de comprobar su incapacidad para desplazar aquellos pesados maceteros que les impedían jugar como cada tarde, abandonaron el lugar.

Oliver y Benji entraron en un estado melancólico, se veían responsables pero no encontraban solución para la controversia en la que se vieron envueltos. La preocupación los paralizó y allí permanecieron  estáticos el resto de sus días, solo dedicados a tranquilas conversaciones cifradas.

sábado, 2 de marzo de 2013

EUROPA

No se ya por qué pero la cuestión es que recibo una revista de la Comisión Europea que se llama panorama inforegio, que dedica su número de invierno a: Smart specialisation. The driver of future economic growth in Europe`s regions, un detallado informe sobre la situación europea al respecto que se apoya en la región como unidad de información.

Esto de un Europa de las Regiones, cuyo presidente es precisamente el de la nuestra, es una cuestión que me suena a cortina que difumina la realidad a cuya intencionalidad última debiéramos dedicar probablemente cierta atención. Pero los datos y las cartografías que recoge el informe son ya de por si suficientemente elocuentes. Observemos el marcador de la innovación regional europea de 2012 que aporta el Informe de la Comisión:



Las regiones pueden son en relación a la innovación: líderes (azul), perseguidoras (verde), moderadas(amarilla) o modestas (naranja). Así cada uno según donde se mueva puede conocer la capacidad innovadora de su espacio inmediato, pero si observamos el mapa globalmente se percibe con claridad que la innovación es un vector centrífugo, cuanto más centrados estemos en Europa más innovación tendremos alrededor y Berlín es sin duda el centro de la diana. Y si la innovación es la economía sana y bonita: ¿no estaremos delante de un mapa del poder? Si así fuera los ciudadanos de la regiones azules serán líderes, los de las verdes perseguidores de los líderes, los ciudadanos de las amarillas serán ciudadanos de moderada influencia y los naranjas, nosotros y algunos periféricos más, en realidad los griegos y aquellos que también lo fueron durante años de la antigua URSS, solo somos modestos ciudadanos (vuelve la paradoja de que los lideres ofrezcan la representación de la presidencia a un ciudadano modesto, pero sigamos)

Nos venden Europa como un espacio de la igualdad, igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, igualdad económica, igualdad de mercado; pero este mapita hecho por los técnicos europeos que tanto le gusta la geografía estadística dice que Europa es un espacio de la desigualdad, de la más absoluta desigualdad y del desequilibrio, con unos lideres muy bien centrados y unos modestos muy bien dispersos por su periferia, en el fondo una corona de protección que los bunkeriza de aquellos dramas que se producen más allá de sus bien protegidas fronteras por esta tropilla de modestos que somos.

En consecuencia Europa engaña, estafa, abusa porque su realidad es la de un Imperio centralizado con su nueva Roma y su extraña Cesar que en nada se propone alterar el presente estado de la cuestión. Así, qué toca a las provincias lejanas. Parece que seguir el juego, creéreselo, es lo menos responsable, lo menos ético, si defendemos algún equilibrio, o una mejor distribución del conjunto de riqueza. Sin embargo en eso estamos, haciendo todo lo que nos dicen a ver si consiguiéramos para el próximo Informe mantener el presidente pero habilitar una nueva categoría quizá roja que sea la de los desahuciados, los desprovistos, los ausentes, los externos, la irrecuperable canallesca.