sábado, 13 de diciembre de 2014

Carta abierta a Freddy Massad




Se define usted en la biografía de su blog como crítico por instinto de disconformidad, por la negativa a aceptar nada pasivamente. Comparto plenamente este espíritu, efectivamente creo que una de las condiciones necesarias para la práctica de la arquitectura y, desde luego, para su análisis, es la presencia de un pensamiento crítico. Sin embargo ha llegado un momento en el que sus críticas constantes hacia un determinado posicionamiento arquitectónico me han exasperado. Otra forma de decir que con este último ataque a “mis” arquitectas disfrutistas ha conseguido sacarme de quicio.

Aprovecho para meter cuña filosófica: como sabrá la expresión “El tiempo está fuera de quicio” que soltara Hamlet ante la presencia del fantasma de su padre, tuvo mucha repercusión en el mundo del pensamiento vinculado al paradigma trágico –heroico. S. Freud, J. Lacan, J. Derrida, o Deleuze, entre otros muchos, arrancan parte de sus contribuciones desde esta reflexión de sorpresa ante el comportamiento del tiempo como forma de expresar las dificultades de entender el propio presente. Jose Luis Pardo, por ejemplo, en su libro “El cuerpo sin órganos” dedicado al análisis de la obra de Deleuze escribe:

El tiempo está fuera de quicio, decía Hamlet, y Deleuze define así lo que ocurre con la modernidad. Delueze, por tanto, entiende que no hay manera de acercarse a ese tiempo nuevo si no se elabora un nuevo concepto del tiempo. El tiempo antiguo es cualitativo, sucesivo, estacional, inseparable de los sucesos que lo llenan. Pero el tiempo fuera de quicio es el que ha roto con ese orden, no solamente en lo cosmológico sino también en lo político. Hoy puedes comer kiwis todo el año, ya no hace falta esperar al momento de la recolección: el tiempo moderno se despliega al margen de las cosas que pasan en él, al margen de los sucesos, puede llenarse de cualquier manera y la única forma de pensarlo radicalmente es, según Deleuze, la apuesta nietzscheana del eterno retorno.

Pues bien, como le decía, yo estoy temporalmente fuera de quicio, la arquitectura es probable que atraviese una etapa desquiciada, pero de lo que no tengo la menor duda es de que sus juicios maniaco-persecutorios están completamente fuera de quicio.

No aludiré a mi querido Andrés Jaque, es suficientemente mayor e inteligente como para defenderse solo o desentenderse de estas cuitas. Pero insistiré en defender a Paula y Rosana, las quiero demasiado, o son aún demasiado frágiles, como para no saltar ante esta ofensiva.

Podría hablar mucho de ellas pero solo me referiré a mi experiencia del año pasado como coordinador suyo de lo que en Alicante llamamos proyectos0. Durante horas he sido testigo de su docencia y puedo asegurar que la ejercieron con dos cualidades que desde luego yo envidio, y creo que usted también lo haría si no fuera tan prejuicioso. Son extremadamente competentes, tanto por sus conocimientos y recursos como por su dedicación y entrega, y son increíblemente afectivas, lo que se traduce en la creación de un espacio creativo y formativo inigualable. Habría sido estupendo que lo conociera.

Pero el tiempo, volvamos al tiempo, qué tiempo este, ¿no? Qué tiempo extraño, en el que se simultanean los amantes del tiempo antiguo con los que experimentan con el tiempo nuevo. Que el tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos, el amor no lo reflejo, como ayer, en cada conversación, cada beso, cada abrazo, se impone siempre un pedazo de razón, para Pablo Milanés no es un buen síntoma y usted debiera ir mirándoselo.


Está cambiando el tiempo, incluso hace tiempo que debiera haber cambiado y radicalmente. Puede seguir resistiéndose cuanto quiera pero solo va coger un disgusto detrás de otro al tiempo que no va a parar de darlos. La crítica es la crítica del tiempo de la resistencia a él y el humor necesario es la mirada serena a los nostálgicos.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Gestos digitales




Me pegunto qué tipo de espacio, o qué tipo de local, es este de fb cuando asisto atónito a la que se ha liado con la destitución de Javier (no añadiré apellido) en la dirección del CENDEAC. Y me lo pregunto porque hace ya tiempo que pienso que el espacio digital ha sustituido en relevancia al analógico en lo que antes fuera cualquier lugar relacionado con lo público. Una transición que sin duda tiene efectos disciplinares quizá aun poco evaluados.

Que la plaza o la esquina de una calle de esa ciudad de Jane Jacobs ya no constituyen el lugar de encuentro social que fueron es un hecho. Que el auditorio, el aula, cualquier foro, hasta un círculo de Podemos si se quiere, ya no son lugares de discusión verdadera, de formación o de confrontación de ideas, ni de construcción del colectivo, es también otro hecho evidente. Que en las peluquerías, en las cafeterías, en los autobuses, en los mercadonas o en los supercores, es el smartphone quien ejerce su hegemonía tampoco parece discutible.

Todo ha sido redirigido hacia el interespacio digital. Y allí, o aquí, todo se vierte, de momento, de forma indistinta, es un espacio completamente abierto en el que se agolpa lo lejano con lo próximo, lo emocional con lo intelectual, lo íntimo con lo genérico.

El fbespacio además se expande constantemente, multiplicándose conversaciones cuyo hilo resulta ya imposible de seguir, agregándose incansablemente nuevos contenidos y nuevos formatos. Es pues un espacio galáctico y expansivo que creo que se densifica a una velocidad mayor de la que crece.

Es también un espacio por supuesto completamente informe en el que lo único medible es la pura actividad, una actividad incesante que solo tiene alguna decaida en las horas profundas de la noche. Es un espacio lleno de lenguaje y de afán de comunicación. Unas comunicaciones que sí podrían medirse en alguna forma topológica que resulta más o menos imaginable. Pero en esta búsqueda de cierto conocimiento al respecto hay otra cuestión que empieza a llamarme poderosamente la atención.

Es sabido que en comunicación el lenguaje no verbal resulta tan relevante como el verbal. Desde que en 1952 apareciera Introduction to Kinesics del antropologo Ray Birdwhistell hasta la fecha, el número de investigaciones realizadas sobre el gesto, las posturas y el lenguaje corporal, cualquiera puede comprobar que resulta apabullante. Pero todos estos trabajos requieren la presencia física de la persona, requieren que el otro esté ahí, delante de ti, aunque sea con una pantalla de plasma de por medio.

Sin embargo, aunque en el fbespacio el otro no está delante, yo al menos, empiezo también a desarrollar, ante las comunicaciones de otros muchos, ciertos análisis no verbales. Y si esto fuera real o verdadero creo que significaría que yo, o tú, soy más yo mismo al otro lado de la pantalla que ahora miro y para la que trabajo; que yo, ya no soy un cuerpo tecleando a este lado, ni tu otro cuerpo leyendo la pantalla por el otro extremo, sino que ambos somos figuras desfiguradas y en construcción en un nuevo espacio público germinal.

¿Y qué tiene que ver esto con el revuelo con Javier?
- Pues que por su extensión quiero ver en él la posibilidad de reconocer afanes más allá de los propios discursos, creo ya reconocer incluso actitudes en imprevistas interpretaciones de gestualidad. Es decir no solo leo, es que cuando leo veo unos cuerpos que mis ojos no ven.

¿Y la arquitectura?
- Pues me da que urge establecer un nuevo campo de interés









viernes, 31 de octubre de 2014

La perplejidad de los austriacos




Antes de llegar a mi casa y después de un intenso día docente alicantino echamos un rato en Diego Marín. Miguel Mesa recogió el último libro de Zizek (lo propio de quien está a la última) y yo compré al albur uno de Modiano (lo propio de quien no lo está). También deambulamos por los pasillos, como también es propio, rodeando las mesas de novedades, entre las que especialmente nos sorprendió el libro de María Blanco sobre Las Tribus liberales, evocando con mucho agrado el reciente congreso del Cendeac sobre estos años, cuando aún no sabía lo que me aguardaba.

Ya en casa, por rutina, encendí el ordenador para ponerme al día (todavía reduzco mi conexión a una diaria) y en el natural deambular informático entré en la web de La Verdad.  Enorme sorpresa: con grandes titulares se informa de algo parecido a la dimisión de José María Ródenas y Margarita Ros. Tras asimilar el titular me intereso por los detalles y agotada esa búsqueda intento con este escrito ordenar un pensamiento, incluso mejor, ser capaz de construir alguno para mi propio consumo.

Siempre pensé que mi muerte llegaría con dos estabilidades: el acompañamiento de mi "penchoneta" y la responsabilidad urbanística autonómica de José María Rodenas. Mi furgo tristemente murió hace poco en una cuesta, también volviendo de Alicante, y todo apunta a que a partir de mañana la responsabilidad urbanística es probable que vaya a otras manos (lo que tampoco puede interpretarse como una buena noticia). Así mi vida desde luego es más inestable, pero se abre de súbito una nueva ventana territorial.

Durante un breve periodo de tiempo y hace ya muchos años (hablo de más de 20), José María Rodenas y yo eramos compañeros de responsabilidades públicas en el ámbito regional y en igualdad de escala, él con el Urbanismo y yo con la Arquitectura. Yo lo dejé muy pronto, pero el siguió ininterrumpidamente hasta hoy, dirigiendo la política territorial autonómica, en cargos indistintos y probablemente cada vez con más autonomía. A lo largo de este tiempo hemos tenido esporádicos encuentros, en los que nunca estuvimos de acuerdo, diría que en nada; todas nuestras conversaciones eran puro antagonismo y creo que cada vez más determinadas por su éxito vital frente a mi fracaso evidente. En el vagón cafetería del Talgo, volviendo de Madrid y sobre Lorca, es la última que recuerdo. Sin embargo siempre fueron mutuamente cordiales y respetuosas. Eramos, llegaría a decir y mantengo, amigos, por muy extraña y lejana que esa amistad fuera. Y sobre esa base, estoy plenamente convencido de que su imputación nada tiene que ver con la corrupción.

El apartamiento judicial, forzado o voluntario aquí da igual, de su responsabilidad, tiene su explicación en otro escenario, pertenece a otra esfera. La lectura con detenimiento del auto ayuda mucho a su esclarecimiento. El juez, incluso ignorantemente, apunta a lo ideológico, a lo institucional. Así, esa razón otra es la que me gustaría ser capaz de configurar, de esclarecer.

Es ahora cuando se precisa rescatar lo acontecido por la tarde.

En ese reciente congreso organizado por el Cendeac con el título de España sin (un) franco, se presentaron dos opciones ideológicas claramente antagónicas, ambas muy bien armadas teóricamente y absolutamente confrontadas. De una parte los liberales, particularmente identificados en la raíz austriaca protagonizada por Friederich von Hayek, presente en una de las ramas del árbol de la portada. De otra el disperso mundo de lo radical, aquel que se mueve entre la continuidad y/o superación del materialismo histórico, entre los que últimamente Chantal Mouffe me despierta un especial interés con su pluralismo agonístico, Simon Critchley con su anarquismo místico, o César Rendueles con su nuevo institucionalismo.

Pues bien, veo ahora con claridad que en la base de esas discusiones históricas entre José María y yo estaba la inevitable pertenencia, probablemente desconocida, aun intuitiva, de cada uno de nosotros a un bloque diferente. El es un liberal convencido, yo un radical inevitable, y ambos cada vez más progresivos.

Pero la cosa relevante sería pensar que ese liberalismo extremo, para perplejidad probablemente de todos, se ha convertido en una actitud sospechosa. O mejor dicho que el gobierno desde el liberalismo radical desemboca en unas prácticas (podríamos decir informes) que judicialmente llegan a ser problemáticas, implicadoras.

El liberalismo también pasa completamente tanto de la ontología orientada a objetos como del materialismo relacional (los campos favoritos de Miguel Mesa) y este desentendimiento choca frontalmente con una sencilla perspectiva judicial, ya no se entiende, no se acepta o no se permite.

Quedaría una evaluación emocional. Podría estar contento, no deja de ser una especie de pequeña victoria en una larga disputa. Sin embargo la realidad es que me entristece. Quizá porque siendo claro que las interpretaciones de estos y otros muchos hechos han de conducir a un cambio inevitable o necesario, no creo que lleguen a formularse los diagnósticos precisos. Quizá porque el rechazo ya sistémico que se está gestando en nada garantiza que los recambios alberguen la esperanza de introducir ese nuevo institucionalismo renduelense.


jueves, 2 de octubre de 2014

La lógica vuelve a Verónicas

Un texto anónimo que te entregan a la salida refiere la experiencia que acabas de tener como una abrumadora inmersión hacia nuestro propio interior, efecto de los deslizamientos físicos y cromáticos que Nico Munuera es capaz de realizar en las pinturas que cuelgan por fin de las paredes de la Sala de Verónicas.

Sin embargo, el tiempo que el autor del texto reclama para que cada uno se sumerja en sí mismo como efecto de estar mirando cualquiera de esos cuadros de gran formato, yo lo he dedicado a interrogarles, a preguntarles qué hacían allí, que pretendían con su presencia, si tenían algo que decirme, incluso si tenían algo que pedirme. Ha sido después cuando he comprobado el error: aquello no está pensado para el nosotros, está pensado para el yo; pero ya era tarde, las preguntas estaban hechas, aún más, ya disponía hasta de las respuestas.

Es probable que la contemplación obsesiva de esos espacios cromáticos pueda conducir a estados místicos. Poco que decir del orden, de la pulcritud, del esmero, de la sutiliza, de la seriación, de la fragmentación, incluso de la manipulación del tiempo o de la pericia técnica. Pero lo que sin duda es cierto es que Verónicas traslada un claro mensaje político de reconquista y de hegemonía, incluso de limpieza y purificación. Me consta la tranquilidad de muchas conciencias: se ha restituido el control disciplinar.

Pero lo siento, a algunos nos interesa el desorden, la experimentación, lo contingente, lo relacional, la incertidumbre, lo, incluso, incomprensible, o lo inaprensible.

Leí con entusiasmo este verano el relato de Vila-Matas de su experiencia en Kassel, un encuentro abierto, desprejuiciado, con el arte contemporáneo que a lo largo del texto paulatinamente le va atrapando hasta alcanzar un entusiasmo performativo,  hasta acabar sintiéndose otro, por efecto de una secuencia de experiencias que en ningún caso, como el título resume, invitan a la lógica.

Verónicas es ahora una experiencia inversa, una experiencia racional que te proyecta a un pasado antropomórfico imposible de relacionar con el presente.


Así frente al pretendido efecto balsámico de este indiscutible giro radical, al menos deben saber que a algunos visitantes a la salida les hierve la sangre.

lunes, 30 de junio de 2014

Mercado de Colón

Paseando ayer, último domingo de este tórrido junio, por el Mercado de Colón de Valencia me esforzaba por recordar los detalles de una primera visita en el 83. Portaba en aquella ocasión: un tablero, un portaminas, una goma y varias láminas de dibujo, con el propósito de realizar un croquis para una de las primeras entregas de Análisis de Formas. Imagino que al menos fue necesario un día de trabajo para registrar torpemente aquella magnífica arquitectura. Y también imagino, o quier imaginar, que el mercado que miraba e intentaba dibujar era bastante próximo aun a como inicialmente fue concebido. Aunque en verdad no lo recuerdo, y dese luego tampoco conservo la lámina, aquello seguro que olía a pescado fresco, carne tierna, fruta aromática y a flores junto a las puertas. Unas olores que nunca, pensaría yo entonces, que fueran arquitectura, que fueran la esencia del mercado y en consecuencia la esencia de la arquitectura. Unas olores que aquella estructura retenía y que suavemente dejaba escapar por sus amplios espacio abiertos imprimiendo carácter a todo un barrio. Con la misma intensidad podríamos hablar de los objetos, sea naranja o sea roblón. O de los colores, de todos los colores. De las cenefas y de los ladrillos, de los tenderos y de las tenderas, del agua que chorrea, de la humedad del ambiente. Sea como fuere aquel espacio se quedó grabado en mi memoria como algo sublime, y allí, probablemente sentado en el suelo, con las piernas cruzadas, el tablero con su lamina sujeta encima de las piernas, el portaminas en la mano derecha y la goma en la izquierda, me dije: haré lo posible por ser un buen arquitecto, un tipo de arquitecto capaz en algún momento de contribuir a la configuración de algo parecido, consciente, en cualquier caso, de que ese compromiso implicaba una demanda tan asfixiante que difícilmente podría ser capaz en algún momento de responderla. El Mercado de Colón se convirtió, así, en el símbolo de mi compromiso personal.

Han pasado más de 30 años y durante todos ellos he sido fiel al compromiso que allí contraje. No entraré a valorar si he conseguido en algún momento lo que me propuse, pero puedo asegurar que lo he intentado con mucha más intensidad de la que nunca podría imaginar que se necesitara. Y he vuelto además a renovar mi compromiso, a ratificarlo, deambulando, ahora, con las manos en los bolsillos. Pero no he podido hacerlo con la experiencia renovada. El Mercado de Colón ya no es el Mercado de Colón, aunque dicen haberlo restaurado exquisitamente, premio Europa Nostra incluido. Ahora es un edificio emblemático destinado al food&shopping, o una galería comercial, si se quiere, con su buen parking propio en varios profundos sótanos, pero ya no huele, todo está plastificado o acristalado, ya no hay tenderos, ni tenderas, ni nada de todo lo demás. Dicen en la web que: El proyecto contemporáneo sirve de contrapunto elegante del edificio histórico y deja el protagonismo del monumento intacto creando un espacio donde relajarse, ver y escuchar con calidad de vida el atractivo del centro de la ciudad. Y yo me pregunto qué será: contrapunto, elegante, protagonismo, intacto, ver, escuchar, calidad de vida. En realidad solo entiendo los artículos y los adverbios. Sigo leyendo en la web y me encuentro con que: la actuación se centra en la formación de seis cubos de cristal con retroiluminación interior. Y digo:  Claro, si es Valencia serán cubos. Pero a continuación me pregunto: ¿Es que nadie ha mirado alrededor? -Si esto es una impecable copia modernista, me respondo a mi mismo. ¿Qué pintan aquí esos cubos? Pero sobretodo: ¿Nadie ha echado en falta tanta ausencia?

De lo que ya no dudo es de que tengo un juicio, de que al menos en estos 30 años he desarrollado el sentimiento de juicio. Y con la libertad que el propio juicio otorga digo que el Mercado de Colón ha desaparecido en su totalidad, y que la arquitectura "contemporánea" ha sido la que se ha encargado de ello. Otra gran tragedia en la Valencia de estos años.







miércoles, 11 de junio de 2014

Help!, Koolhaas, Help!

Recuerdo Delirous NY como la reivindicación de un manhattanismo premoderno insertada en una apasionante narrativa historiográfica; construyendo, así, ese mágico Manifiesto retroactivo e inoculando un profundo recelo hacia la modernidad aun triunfante de la época. Era el año 1978 cuando se publicaba por primera vez, y arrancaba la meteórica carrera internacional del arquitecto más influyente del último cuarto de siglo XX.

36 años después Koolhaas ha tenido el honor y la responsabilidad de dirigir la 14 Bienal de Arquitectura del Venecia. No he estado allí, pero he seguido con atención la difusión mediático-digital del evento y ayer pude, incluso,  estudiar su catalogo. Es probable que se cierre un ciclo, una etapa vital de un discurso arquitectónico amplio, intenso y, sin duda, fascinante. Sin embargo, este último capítulo de la Bienal me genera una terrible inquietud que intentaré explicar. Me conduce a la duda y a la incertidumbre y, en consecuencia, me atrevo a solicitar ayuda, orientación, aclaraciones que me saquen del desasosiego. No será la mía una crítica del desacuerdo, es solo la expresión de una incomprensión.

No hay duda de que el núcleo del proyecto es Elements of Architecture, que ocupa el pabellón central, y es el resultado de dos años de investigación de un extenso equipo que incluye a AMO, Harvard, y numerosos expertos del mundo de la industria y la academia. Un equipo que ha diseccionado los elementos más característicos de las edificaciones, desarrollando estudios independientes de rigor arqueológico de cada uno de ellos por separado, para terminar componiendo con su agregación un intencionado discurso de los fundamentos arquitectónicos. En palabras del propio Koolhaas:

Elementos de la arquitectura sitúa en un microscopio los fundamentos de nuestros edificios, utilizados por cualquier arquitecto, en cualquier lugar y en cualquier momento: el suelo, la pared, el falso techo, el techo, la puerta, la ventana, la fachada, el balcón, el corredor, la chimenea, el baño, la escalera, la escalera mecánica, el ascensor y la rampa. La exposición es una selección de los momentos más reveladores, sorprendentes y desconocidos de un nuevo libro, Elements of  Architecture, que reconstruye la historia global de cada elemento. Dedicando cada una de las salas a reunir la versión antigua, pasada, presente y futura de cada uno de los elementos. Y para crear diversas experiencias, hemos recreado una serie de ambientes muy diferentes: archivo, museo, fábrica, laboratorio, maqueta, simulación ...

Ciertamente se consigue ofrecer un riguroso documental del espesor intelectual de la arquitectura sin necesidad de recurrir al protagonismo, con frecuencia recalcitrante,  del propio arquitecto. Como en uno de los lemas se manifiesta es arquitectura sin arquitectos. También se pone de manifiesto con claridad la integración de la arquitectura en lo social y lo político, su embridamiento, su servicio, su manipulación y su adaptación. Pero, cuál es el sentido último de este gran esfuerzo.

Toda bienal se ha visto comprometida por la necesidad de ser propositiva, y, con éxito variable, ha formulado propuestas que intentan dar repuesta a los problemas del presente; enfoques, compromisos, sugerencias, que también se ofrecen como vías de prospección hacia el futuro.
Sin embargo, ¿Qué es lo que aquí se está proponiendo? ¿Existe una propuesta o se renuncia a ella? ¿Se está proponiendo conducir la arquitectura hacia una labor científica y documentalista? O, ¿se adopta esta actitud investigadora para soslayar un enunciado propositivo?

¿Se estará anunciando un final de la arquitectura, o solo es el final de un director que evita el compromiso del posicionamiento y lo sustituye por, de nuevo, la revisión crítica del pasado?

Help!


viernes, 2 de mayo de 2014

Baku tampoco invita a la lógica (1)

Con la última novela de Vila-Matas a medio en la mochila y poco más desembarcaba en Baku camino de un Congreso fantasma. Cuánto me gustaría poder trazar una descripción paralela que se aproximara en algo a la experiencia de Kassel. La dificultad solo reside en mi incapacidad, porque Baku, sin duda alguna, contiene un relato, otro gran relato, en el que solo habría que cambiar arte contemporáneo por la arquitectura de hoy.

Baku es una ciudad con una población oficial de dos millones pero en la que sin duda viven muchos más. Baku es la capital de un país un tanto anónimo que es Azerbajan, a orillas del Mar Caspio e hsitóricamente incrustado entre Rusia e Irán.
Baku es el vértice oriental del Caucaso:



Pero si fuéramos directos al grano lo relevante es que Baku es el centro de una de las regiones petrolíferas y gasísticas más importantes del planeta, en Baku a principios del siglo XX ya se producía más de la mitad del petroleo mundial. En la siguiente cartografía se puede comprobar que los Emiratos del Golfo no están solos en el mundo, también está Baku, donde los pozos envuelven la ciudad:



Así Baku es una joya, una pieza clave en toda geopolítica mundial, un incuestionable objeto de deseo en una permanente disputa histórica entre el imperialismo ruso de todos los colores y las variables capacidades de colonización persas, sin perder de vista la permanente presencia de capital occidental en búsqueda de apropiación de sus casi inagotables recursos energéticos.

Pero en su historia reciente destacan tres hechos, sobre los que pivotará su proyecto urbano. Uno, la constitución en 1918 de la primera república secular y democrática en el mundo islámico. Dos, su inmediato aplastamiento en 1920 por la revolución bolchevique, incorporándose a la URSS con todas sus consecuencias durante un largo periodo. Y tres, la declaración de independencia, aprovechando el desmembramiento soviético, en 1991, con la que se recuperará la condición republicana secular y no tanto la democrática. Así hoy Baku es la capital de una república presidencialista, islámica aunque oficialmente secular, que la ONG Freedom House incluye en el grupo de los países "no libres".

La condición presidencialista se reconoce con facilidad en un apellido: Aliyev, el del exlider soviético de nombre Heydar que fue su primer presidente y el de su hijo Ilham que "heredó" la presidencia conservándola hasta hoy. Así los Aliyev llevan un cuarto de siglo gobernando un país, apropiándose muy probablemente de gran parte de las enormes plusvalías que es capaz de generar y desarrollando con una parte de ellas un inaudito proyecto de ciudad con el que pretenden construir la identidad de un nuevo Azerbajan. Para tener una idea de lo que es un presidente de una república presidencialista se puede visitar su propia página web: http://en.president.az/

Solo falta, antes de intentar describir y valorar ese singular proyecto, un dato relevante: los Aliyev han heredado una fascinación por la cultura occidental y muy en particular por uno de los escenarios en los que esa cultura se desenvuelve, por uno de sus paisajes urbanos más carismáticos: Paris.

El contexto que experimentamos se define pues por los siguientes elementos básicos: riqueza en abundancia, régimen casi dictatorial y una obsesión parisina.

El resultado es enfermizo y catalogable como esquizofrenia paranoide, caracterizada, en clara sintonía con lo síntomas psiquiátricos, por el predominio de ideas delirantes y alucinaciones, lesiones graves a uno mismo y los demás, alteraciones de la personalidad, etc.

El régimen azerbajano se propone provocar en su ciudadanía y en sus visitantes un trastorno psicótico colectivo lógicamente caracterizado por un grave deterioro en la evaluación de la realidad. Se trata de llegar a no saber dónde uno está. De no ser capaz de distinguir entre Baku y Paris. Y lo más delirante es que casi todo lo que se requiere o se ha hecho o está en marcha. Y en consecuencia si al trastorno le denomináramos bakunismo, es fácil detectar personas que ya han sido afectadas, personas bakunizadas. Yo he llegado a conocer más de una. Porque han sido pocos días, si no yo también sería ya una de ellas, he estado muy cerca de caer.

Dejaré para otro post los inauditos sistemas constructivos y tecnologías que la bakunización exige, para terminar este con algunas imágenes de esta singular transformación con las que creo que es fácil entender la dificultad que la resistencia puede llegar a encontrarse. Intento que este blog sea literario, pero en esta ocasión creo que la fuerza de las imágenes resulta insustituible, probablemente indescriptible.

El juego consistiría en detectar por pequeños detalles que no se trata de París, ¿o sí?