Recuerdo Delirous NY como la reivindicación de un manhattanismo
premoderno insertada en una apasionante narrativa historiográfica; construyendo, así, ese mágico Manifiesto retroactivo e inoculando un profundo recelo hacia la modernidad aun triunfante de la época.
Era el año 1978 cuando se publicaba por primera vez, y arrancaba la meteórica
carrera internacional del arquitecto más influyente del último cuarto de siglo
XX.
36 años después Koolhaas ha tenido el honor y la
responsabilidad de dirigir la 14 Bienal de Arquitectura del Venecia. No he
estado allí, pero he seguido con atención la difusión mediático-digital del
evento y ayer pude, incluso, estudiar su
catalogo. Es probable que se cierre un ciclo, una etapa vital de un discurso
arquitectónico amplio, intenso y, sin duda, fascinante. Sin embargo, este último capítulo de la Bienal me genera una terrible inquietud que intentaré explicar. Me conduce a la duda y
a la incertidumbre y, en consecuencia, me atrevo a solicitar ayuda,
orientación, aclaraciones que me saquen del desasosiego. No será la mía una crítica
del desacuerdo, es solo la expresión de una incomprensión.
No hay duda de que el núcleo del proyecto es Elements of Architecture,
que ocupa el pabellón central, y es el resultado de dos años de investigación de
un extenso equipo que incluye a AMO, Harvard, y numerosos expertos del mundo de
la industria y la academia. Un equipo que ha diseccionado los elementos más
característicos de las edificaciones, desarrollando estudios independientes de
rigor arqueológico de cada uno de ellos por separado, para terminar componiendo con su agregación un intencionado discurso de los fundamentos arquitectónicos. En palabras del
propio Koolhaas:
Elementos de la arquitectura sitúa
en un microscopio los fundamentos de nuestros edificios, utilizados por
cualquier arquitecto, en cualquier lugar y en cualquier momento: el suelo, la
pared, el falso techo, el techo, la puerta, la ventana, la fachada, el balcón,
el corredor, la chimenea, el baño, la escalera, la escalera mecánica, el
ascensor y la rampa. La exposición es una selección de los momentos más
reveladores, sorprendentes y desconocidos de un nuevo libro, Elements of Architecture, que reconstruye la historia
global de cada elemento. Dedicando cada una de las salas a reunir la versión antigua,
pasada, presente y futura de cada uno de los elementos. Y para crear diversas
experiencias, hemos recreado una serie de ambientes muy diferentes: archivo,
museo, fábrica, laboratorio, maqueta, simulación ...
Ciertamente
se consigue ofrecer un riguroso documental del espesor intelectual de la
arquitectura sin necesidad de recurrir al protagonismo, con frecuencia
recalcitrante, del propio arquitecto. Como en uno
de los lemas se manifiesta es arquitectura sin arquitectos. También se pone de
manifiesto con claridad la integración de la arquitectura en lo social y lo
político, su embridamiento, su servicio, su manipulación y su adaptación. Pero, cuál
es el sentido último de este gran esfuerzo.
Toda bienal
se ha visto comprometida por la necesidad de ser propositiva, y, con éxito
variable, ha formulado propuestas que intentan dar repuesta a los problemas del
presente; enfoques, compromisos, sugerencias, que también se ofrecen como vías
de prospección hacia el futuro.
Sin
embargo, ¿Qué es lo que aquí se está proponiendo? ¿Existe una propuesta o se
renuncia a ella? ¿Se está proponiendo conducir la arquitectura hacia una labor científica y documentalista? O, ¿se adopta esta actitud investigadora para soslayar un enunciado propositivo?
¿Se estará anunciando un final de la arquitectura, o solo es el final de un director que evita el compromiso del posicionamiento y lo sustituye por, de nuevo, la revisión crítica del pasado?
Help!
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