viernes, 2 de mayo de 2014

Baku tampoco invita a la lógica (1)

Con la última novela de Vila-Matas a medio en la mochila y poco más desembarcaba en Baku camino de un Congreso fantasma. Cuánto me gustaría poder trazar una descripción paralela que se aproximara en algo a la experiencia de Kassel. La dificultad solo reside en mi incapacidad, porque Baku, sin duda alguna, contiene un relato, otro gran relato, en el que solo habría que cambiar arte contemporáneo por la arquitectura de hoy.

Baku es una ciudad con una población oficial de dos millones pero en la que sin duda viven muchos más. Baku es la capital de un país un tanto anónimo que es Azerbajan, a orillas del Mar Caspio e hsitóricamente incrustado entre Rusia e Irán.
Baku es el vértice oriental del Caucaso:



Pero si fuéramos directos al grano lo relevante es que Baku es el centro de una de las regiones petrolíferas y gasísticas más importantes del planeta, en Baku a principios del siglo XX ya se producía más de la mitad del petroleo mundial. En la siguiente cartografía se puede comprobar que los Emiratos del Golfo no están solos en el mundo, también está Baku, donde los pozos envuelven la ciudad:



Así Baku es una joya, una pieza clave en toda geopolítica mundial, un incuestionable objeto de deseo en una permanente disputa histórica entre el imperialismo ruso de todos los colores y las variables capacidades de colonización persas, sin perder de vista la permanente presencia de capital occidental en búsqueda de apropiación de sus casi inagotables recursos energéticos.

Pero en su historia reciente destacan tres hechos, sobre los que pivotará su proyecto urbano. Uno, la constitución en 1918 de la primera república secular y democrática en el mundo islámico. Dos, su inmediato aplastamiento en 1920 por la revolución bolchevique, incorporándose a la URSS con todas sus consecuencias durante un largo periodo. Y tres, la declaración de independencia, aprovechando el desmembramiento soviético, en 1991, con la que se recuperará la condición republicana secular y no tanto la democrática. Así hoy Baku es la capital de una república presidencialista, islámica aunque oficialmente secular, que la ONG Freedom House incluye en el grupo de los países "no libres".

La condición presidencialista se reconoce con facilidad en un apellido: Aliyev, el del exlider soviético de nombre Heydar que fue su primer presidente y el de su hijo Ilham que "heredó" la presidencia conservándola hasta hoy. Así los Aliyev llevan un cuarto de siglo gobernando un país, apropiándose muy probablemente de gran parte de las enormes plusvalías que es capaz de generar y desarrollando con una parte de ellas un inaudito proyecto de ciudad con el que pretenden construir la identidad de un nuevo Azerbajan. Para tener una idea de lo que es un presidente de una república presidencialista se puede visitar su propia página web: http://en.president.az/

Solo falta, antes de intentar describir y valorar ese singular proyecto, un dato relevante: los Aliyev han heredado una fascinación por la cultura occidental y muy en particular por uno de los escenarios en los que esa cultura se desenvuelve, por uno de sus paisajes urbanos más carismáticos: Paris.

El contexto que experimentamos se define pues por los siguientes elementos básicos: riqueza en abundancia, régimen casi dictatorial y una obsesión parisina.

El resultado es enfermizo y catalogable como esquizofrenia paranoide, caracterizada, en clara sintonía con lo síntomas psiquiátricos, por el predominio de ideas delirantes y alucinaciones, lesiones graves a uno mismo y los demás, alteraciones de la personalidad, etc.

El régimen azerbajano se propone provocar en su ciudadanía y en sus visitantes un trastorno psicótico colectivo lógicamente caracterizado por un grave deterioro en la evaluación de la realidad. Se trata de llegar a no saber dónde uno está. De no ser capaz de distinguir entre Baku y Paris. Y lo más delirante es que casi todo lo que se requiere o se ha hecho o está en marcha. Y en consecuencia si al trastorno le denomináramos bakunismo, es fácil detectar personas que ya han sido afectadas, personas bakunizadas. Yo he llegado a conocer más de una. Porque han sido pocos días, si no yo también sería ya una de ellas, he estado muy cerca de caer.

Dejaré para otro post los inauditos sistemas constructivos y tecnologías que la bakunización exige, para terminar este con algunas imágenes de esta singular transformación con las que creo que es fácil entender la dificultad que la resistencia puede llegar a encontrarse. Intento que este blog sea literario, pero en esta ocasión creo que la fuerza de las imágenes resulta insustituible, probablemente indescriptible.

El juego consistiría en detectar por pequeños detalles que no se trata de París, ¿o sí?