sábado, 26 de enero de 2013

ACONSEJAME



Homo faber es el título elegido por Richard Sennet para desarrollar un proyecto compuesto por  una trilogía que pretende, y creo que está consiguiendo, actualizar la antigua idea según la cual el Hombre es producto de si mismo, creador de la vida por medio de prácticas concretas, con un único núcleo ético enfocado a determinar en qué medida podemos ser dueños de nuestro destino. El proyecto comenzó con un estudio sobre la artesanía, El artesano, entendida como el empeño de producir la cosas bien hechas, en el que sostiene que en la sociedad moderna la cualidad de hacer bien las cosas, por el simple placer que genera, no tiene la consideración que se merece. El proyecto en 2012 avanzó con una segunda entrega, Juntos, en el que se explora la cooperación enfocada como una habilidad. Queda por delante una última entrega que será un libro sobre la construcción de las ciudades, algo que según Richard Sennet hoy no se hace demasiado bien, alentado por la esperanza de que la comprensión de la habilidad artesanal y de la cooperación social sea capaz de inspirar nuevas ideas sobre una mejor construcción de las ciudades.

Enfrascado en la lectura de Juntos recibo una llamada telefónica y en su transcurso mi interlocutor deja caer con toda la naturalidad el comentario: Ya te pediremos consejo cuando nos veamos. Al colgar quedo conmocionado. ¿Cuánto tiempo hacia que no escuchaba esa expresión, ni en mi boca ni en la del otro? La ausencia de toda posibilidad del consejo quizá sea el mejor indicador del carácter poco, o nada, cooperativo de la sociedad de nuestros días, producto, sin duda, de las transformaciones que el capitalismo contemporáneo ha llegado a operar en todos y cada uno de nosotros y probablemente con especial significación en los arquitectos, el mundo en el que todos lo saben todo, nadie necesita nada: una completa falacia que debiéramos desmontar de inmediato. Y para esto creo que no sirven los colectivos, porque no dejan de constituir  nuevas individualidades, nuevas autonomías, desde el reconocimiento primigenio de la necesidad de ser más de una persona, para seguir siendo una voz individual. Debiéramos reflexionar verazmente al respecto del grado en el que hemos interiorizado los conceptos salvajes de competitividad, la triste reducción de la competencia al recelo sobre el otro, como si nuestra supervivencia dependiera de ello, cuando muy probablemente sea justamente al contrario: solo una eficaz actitud colaborativa, cooperadora, colectiva de colectivos diversos, permitirá la necesaria revalorización de la arquitectura.

Veámonos más frágiles, más incompletos, más inmaduros, más débiles, más precarios, más incompetentes. Veámonos sencillamente lo que somos. Reconozcámoslo y miremos alrededor, atendamos la otredad.

1 comentario:

  1. Hola Pencho, descubro tu blog por un enlace de la Java, lo tengo ya en mi lector de feeds para seguirte de cerca!

    De este post me gustó sobre todo el final, y quería comentarte que ese tipo de relación es la que tenemos en eGruyere y su MasterDiwo, un grupo de ayuda mutua líquido, porque no es cerrado pero sí tiene cierta entidad cambiante.
    Y algo así es lo que proponía en aquel encuentro que hubo en Las Cigarreras, claro que yo tiraba más por un grupo multidisciplinar basado en la forma de entender el trabajo y tú tirabas por un grupo "arquitectónico". ¿Lo seguimos pensando?
    Por ahora te dejo un enlace donde puedes rastrear los blogs de la trouppe "multidisciplinar" de eGruyere.

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